Al contrario de lo que mucha gente piensa, los problemas con el alcohol se desarrollan a lo largo de años. De hecho, los verdaderos problemas no se suelen ver hasta pasadas décadas. Por supuesto que muchos jóvenes muestran evidencias de que la bebida les está afectando. Sin embargo, los problemas más graves todavía estarán por llegar.
Vamos a decir una cosa para que quede muy clara desde el principio: El alcohol es una sustancia adictiva, tóxica y letal si no se tiene cuidado. Es una toxina que tiene la capacidad de hacer cambios en el cerebro. Tarda años en hacerlo pero lo hace de un modo muy efectivo: Wikipedia – daños en el cerebro provocados por el alcohol.
Si quieres realmente dejar de beber alcohol debes tener clara su naturaleza. Es una sustancia muy tóxica, y solo porque sea legal y se venda en todas partes no significa que no sea muy peligrosa.
Indice de Contenidos
Un solo motivo para dejar de beber alcohol


Hay muchos motivos para no volverse a acercar a una botella pero hay uno que es especialmente preocupante. Hablamos de los desórdenes mentales que producen con el tiempo, los cuales se manifiestan en mayor o menor medida dependiendo de la persona. Dejemos a un lado los problemas de hígado, páncreas, estómago y otros asociados al alcohol. Hablemos de los impactos psicológicos que tiene esta droga.
El alcohol que consumimos no tarda nada en meterse en nuestro sistema circulatorio. El siguiente paso es ir directamente al cerebro y comenzar a manipular nuestras funciones normales. El efecto continúa tanto en el cerebro como en el sistema nervioso. Para decirlo de un modo más convencional, empieza el proceso de embriaguez.
¿Qué es en esencia una borrachera?


Aunque como en cualquier droga, los efectos son divertidos y reconfortantes al principio, lo cierto es que la toxina está realizando pequeños daños en nuestro cerebro y sistema nervioso. Eso es en definitiva una borrachera. Los primeros daños que provoca el alcohol mientras lo estamos bebiendo son los siguientes:
- Daños en la memoria a corto plazo
- Reducción de la inteligencia
- Reducción en el sistema locomotor
- Confusión mental
- Desorientación
Por supuesto, la primera fase es la más divertida donde los daños todavía están en sus inicios. Es donde la gente se libra de cualquier ansiedad acumulada, tensión o problema que la está agobiando. Es la fase donde se bebe “para relajarse y olvidar”. No olvidemos que es una droga y como tal tiene un efecto que engancha de inmediato al consumidor.
Sin embargo, uno de los problemas con cosas que gustan, es que encontrar el límite no siempre es fácil. Con el alcohol sabemos como acaba la cosa ya que el efecto devastador llega sin apenas darnos cuenta. Lo más curioso es que la persona ebria no es totalmente consciente de su estado, y suele seguir queriendo consumir más alcohol. En este punto solo nos controla la tolerancia que tenemos a la bebida.
La dificultar para encontrar el límite cuando se bebe alcohol, finalmente puede llevar a alguna de estas situaciones:
- Pérdida de memoria (básicamente no recordamos muchas cosas que hemos hecho estando ebrios).
- Pérdida de consciencia.
- Golpes o traumas durante la borrachera.
- En los casos más peligrosos están los comas etílicos.
¿Cómo puede hacer todo esto el alcohol y encima queramos seguir bebiendo? Como se ha dicho al principio del artículo, el alcohol es una toxina y es muy buena cambiando la química de nuestro cerebro. De hecho, lo hace en los llamados neurotransmisores. Nos engaña para que queramos seguir bebiendo aunque no tengamos sed o necesitemos más líquido.
¿Son muchos los cambios que el alcohol hace en nuestro cerebro?


Nuestro cuerpo es una máquina que se adapta a prácticamente todo. El frecuente consumo de alcohol hace cambios en nuestro cerebro. Al principio nuestro organismo se resiste al consumo de alcohol, pero gracias a la aceptación social que tiene beber alcohol conseguimos superarlo. Básicamente obligamos a nuestro cuerpo a tomar un veneno que rechaza desde el principio. Por tanto no le queda otro remedio que adaptarse e intentar que provoque el menor daño posible.
El problema de esto es que según nuestro cuerpo se adapta al consumo del alcohol, empieza lo que llamamos un problema de alcoholismo. En este punto es cuando cualquier persona debería dejar de beber alcohol al momento.
Este proceso ocurre sin que nos demos cuenta y la persona afectada pasa de una fase a otra sin ser consciente de ello. Sin embargo, hay algunas señales que nos van avisando de que algo no funciona y deberíamos preocuparnos de ello. Son señales por las que pasan todos los alcohólicos, aunque por algún motivo no se tienen en cuenta.
Estas son las primeras síntomas de nuestro organismo que nos avisa que tenemos un problema con el alcohol:
- Cambios emocionales durante las siguientes horas de una borrachera.
- Ataques de ansiedad repentinos.
- Una pérdida de claridad mental lenta pero continuada.
El problema es que son señales que se pueden asociar a otras muchas cosas. Se suele culpar al trabajo, problemas familiares, presiones varias, etc. Por eso, no se culpa al alcohol en sus primeras fases cuando se está apoderando del individuo.
¿Hasta que punto el alcohol puede dañar nuestra salud mental?


Hay que dejar una cosa clara, y es que una persona que tiene una enfermedad mental o tiene una predisposición a tenerla, lo va a tener mucho peor si bebe alcohol. Como una potente droga que es el alcohol, se aprovechará de las vulnerabilidades de la persona y la pondrá en una situación bastante desagradable.
¿Significa esto que un alcohólico que no tenga un problema mental previo, está libre de todos estos problemas? Por desgracia no es el caso. Los efectos psicológicos del alcohol con los años siempre estarán ahí en mayor o menor grado. Hay que pensar que los cambios neurológicos provocados por el abuso de alcohol pasan factura. Los años no perdonan y el alcohol tiene mucha paciencia.
No es raro que con los años las personas con problemas de alcohol tengan episodios de depresión, ataques de ansiedad, ataques de pánico o incluso desórdenes bipolares. Lo irónico es que un porcentaje alto de gente bebe precisamente para ayudar con todos estos problemas. Sin embargo, hay que tener claro que dejar de beber alcohol es la mejor solución para tener una mente sana y clara.
Solo tenemos un cerebro por lo que es mejor cuidarlo lo mejor posible. El alcohol no ayuda precisamente a mantenerlo sano, y eso sin contar con otras enfermedades que pueden surgir como el Parkinson, Alzheimer, etc. La relación del alcohol con enfermedades neurológicas es bien conocida. La posibilidad de acelerar su aparición es bestial en los bebedores.
Puedes leer más artículos interesantes en nuestro blog sobre todo lo relacionado con dejar de beber alcohol.